Losa funeraria de Palenque, México

[OPINIÓN]
¿NOS VISITARON EN LA
ANTIGUEDAD "DIOSES ASTRONAUTAS"?
Por Moisés Garrido Vázquez
¿Qué amante del misterio no se ha sentido fascinado por la idea de que la Tierra haya sido visitada en tiempos remotos por alguna civilización extraterrestre? ¿Quién no ha visto en muchos monumentos megalíticos, pinturas rupestres, restos arqueológicos, textos sagrados y leyendas ancestrales las evidencias de esa pretérita presencia alienígena?
En nuestros inicios en el mundillo de lo inexplicable, cayeron en nuestras manos las obras de conocidos autores como Robert Charroux, Peter Kolosimo, Jacques Bergier, Louis Pauwels, Raymond Drake, etc., que leíamos con enorme entusiasmo. Pero quien se llevó la palma fue el suizo Erich von Däniken, el autor que más libros vendió de todos ellos (alrededor de 40 millones de ejemplares). Nuestras dudas sobre tantos enigmas del pasado quedaron disipadas con las explicaciones que estos especialistas nos ofrecían. Una disciplina llamada ‘Astroarqueología’ -ahora también conocida como ‘Paleoastronáutica’- vino a desvelarnos los misterios del pasado planteándonos una revolucionaria tesis: seres de otros planetas desembarcaron aquí hace milenios para transmitirnos su sabiduría. Es más, incluso aquellos ‘dioses-astronautas’ pudieron habernos creado mediante manipulación genética...


En la introducción de su primera obra ‘Recuerdos del Futuro’ (1968), Erich von Däniken ya nos esbozaba las bases del ideario astroarqueológico: “Los dioses de la brumosa prehistoria han dejado innumerables huellas que no pudimos leer ni descifrar hasta ahora, porque el problema del viaje espacial, hoy tan vinculado con nosotros, fue inexistente para la Humanidad hace ya muchos milenios. Nosotros lo afirmamos: ¡en la más remota Antigüedad, nuestros antepasados recibieron visitas del espacio cósmico!”. A partir de ahí, las líneas de Nazca se convierten en pistas de aterrizajes para las ‘naves interplanetarias’; las pinturas de Tassili, los moais de Pascua, la losa sepulcral de Palenque y la estatuilla dogu del Japón nos revelarían el aspecto de esos antiguos ‘emisarios cósmicos’; los ‘carros de fuego’ bíblicos y los ‘vimanas’ de los textos sagrados hindúes serían las astronaves; la máquina de Antiquitera y las pilas de Bagdad no podían ser otra cosa sino artilugios fabricados por esos ‘seres venidos de las estrellas’; y las pirámides de Egipto, los megalitos de Stonehenge, la calavera de cristal maya, las piedras de Ica, etc. serían vestigios que esconden los profundos conocimientos que esos ‘astronautas’ entregaron a nuestros ancestros. Estamos, sin duda, ante una sugestiva visión del pasado, que se comenzó a difundir en los años sesenta -en plena carrera espacial-, y que pronto atrajo a numerosísimos adeptos. En 1973 se llega incluso a fundar la Ancient Astronauts Society, que tenía como objetivo estudiar todas esas evidencias astroarqueológicas para comprobar si nuestro planeta fue visitado en la antigüedad por civilizaciones extrahumanas.
Pero ¿cómo surge la teoría sobre la llegada de ‘maestros extraterrestres’ que nos infundieron su saber en la noche de los tiempos? ¿Se sustenta sobre las ‘pruebas’ antes mencionadas?. Mucho me temo que no... Resulta curioso que gente como Charroux, Von Däniken y Bergier fuesen ávidos lectores de ciencia-ficción durante la etapa juvenil. Influencia que se aprecia con claridad en sus respectivas obras. Y la literatura fantástica ya venía tocando desde mucho antes que estos autores los mismos argumentos recogidos más tarde por la Astroarqueología. Quien se ha encargado de demostrar exhaustivamente que las tesis dänikenianas descansan en la ciencia-ficción es el etnólogo Wiktor Stoczkowski, autor de un magnífico ensayo titulado ‘Para entender a los extraterrestres’ (1999). Lástima que dicha obra no haya tenido el mismo eco que el que tuvieron las obras de Däniken y compañía...
En ese libro, Stoczkowski señala que: “La ciencia ficción fue la primera que planteó la posibilidad de que los extraterrestres hubieran visitado la Tierra en épocas prehistóricas. En 1936, la revista americana ‘Wonder Storiespublicó un breve relato de Philip Barshofsky, autor poco conocido, en el que un grupo de exploradores marcianos desembarca en nuestro planeta en busca de una colonia; el aterrizaje tiene lugar en el Mesozoico, cuando los temibles dinosaurios todavía dominan la Tierra...” Más adelante, el autor cita algunas obras de ciencia-ficción que contienen elementos que luego veríamos claramente expuestos en las obras sobre Astroarqueología: extraterrestres levantando pirámides y moais, teniendo cruces sexuales con los hombres primitivos, controlando su devenir evolutivo, etc. ¿Es pues casual el increíble paralelismo que hallamos en la Astroarqueología?... De todas formas, parece que los artífices de esta disciplina heterodoxa no han bebido únicamente en la literatura fantástica. “La teoría de los Cosmonautas de la Antigüedad es al mismo tiempo arqueología, ciencia ficción, teología y gnosis, presentadas de una forma poco ortodoxa”, argumenta Stoczkowski. Ciertamente, se aprecian elementos procedentes de la doctrina teosófica de Blavatsky, la teología de Teilhard de Chardin, la cosmogonía gnóstica e hindú, etc. Aunque también gente como el explorador George Hunt Williamson y el contactado George Adamsky aportaron lo suyo, cuando en los años cincuenta comenzaron a difundir el mito de que los modernos alienígenas son los ángeles de la antigüedad...
Los astroarqueólogos ven en muchos vestigios del pasado elementos muy avanzados para haber sido realizados por el hombre. Yo, sin embargo, veo elementos muy vulgares para haber sido hechos por una civilización extraterrestre. Creo que no deberíamos menospreciar la idea de que antíguamente existieron culturas humanas que poseían grandes conocimientos en muchas cuestiones. ¿Por qué recurrir por tanto a una supuesta intervención alienígena?... Carl Sagan, en ‘El cerebro de Broca’ (1974), sostiene: “Nuestros antepasados históricos no eran unos zoquetes. Quizá no tuvieran una sofisticada tecnología, pero eran tan hábiles e inteligentes como nosotros y en determinados casos concretos combinaron tales dosis de dedicación, inteligencia y duro trabajo que consiguieron resultados que nos impresionan incluso a nosotros”.
Reconozco que existen antiguas crónicas sobre extraños ‘signos en los cielos’ que tienen mucha similitud con las actuales descripciones sobre ‘fenómenos aéreos anómalos’. Pero de ahí a imaginar que en aquellas épocas remotas presuntos ‘dioses-astronautas’ nos legaron sus conocimientos astronómicos y matemáticos, nos enseñaron las artes, las ciencias e incluso nos ayudaron a construir algunos monumentos como las pirámides, dista un enorme abismo. Se nos ha vendido mucha falacia en torno a estos postulados pseudocientíficos, que tanto dinero han reportado a sus difusores, especialmente a Däniken. Las teorías paleoastronáuticas fueron para mí un bonito sueño de la adolescencia. Hay quien prefiere seguir soñando con ellas para siempre. Pero los sueños, no lo olvidemos, sueños son...sueños
La Era de los mamíferos
¿El primer mamífero?Se calcula que hace 180 millones de años, cuando aún dominaban los reptiles el planeta, aparecieron los primeros mamíferos sobre la Tierra. La multitud de especies de mamíferos que comenzaron a desarrollarse a partir de entonces eran muy diferentes a las que actualmente conocemos y muchas de ellas han desaparecido por completo.
Las cerca de 5 mil especies de mamíferos conocidos en la actualidad se agrupan en órdenes, como son: cetáceos, carnívos, marsupiales, roedores, desdentados, entre otros. De los distintos órdenes, los seres humanos, así como sus ancestros más lejanos, pertenecen al de los primates.
Los primates
Para losCientíficos que se dedican al estudio de los restos fósilesel punto de inicio de la historia de la humanidad empezó con la aparición de los primates, hace unos 65 millones de años. Los primeros de ellos eran unos pequeños seres que empezaron a vivir en los árboles en lugar de permanecer en el suelo, como la mayoría de los mamíferos. Entre las especies que pertenecen a los primates están, además del ser humano,Comparación de cerebro entre un chimpancé y  un humano los simios, monos y musarañas. Durante su desarrollo evolutivo, estos primates se hicieron de ciertos rasgos especiales: buena visión, manos con las que se pueden sujetar firmemente objetos y un cerebro relativamente grande.
Por pertenecer a la misma familia, las diferentes especies de primates, en especial monos y simios, guardan similitud con el ser humano. Según algunos estudiosos, el último ancestro común entre el ser humano y el chimpancé, nuestro primo más cercano, existió hace 6 ó 7 millones de años. Después de esta separación apareció el primer Miembros de la familia Hominidae, la clasificación zoológica a la que pertenecen los seres humanos y sus ancestros prehumanos, como los australopithecinos. Entre los homínidos no están incluídos los simios., el llamado Australopithecus, que posteriormente dio lugar al Homo habilis, el primer especímen del género Homo, al que pertenecemos los seres humanos modernos.
Los cambios en la biología de los primates que desembocaron en los primeros homínidos se dieron en África: en el Este y en el Sur. El cañon de Olduvai, en Tanzania, el noreste de Africa, es uno de los lugares donde se han encontrado los fósiles más antiguos que aportan datos sobre la historia evolutiva del ser humano.
Homínidos
Los límites que señaMiembro de la familia Hominidaelen el comienzo y el final de los distintos homínidos no son exactos, se calcula que aparecieron hace 4.5 millones de años y se extinguieron hace unos 2 millones de años. Durante mucho tiempo debieron coexistir diferentes tipos, y el final de una especie se entremezcló con las generaciones de otra en el transcurso de miles de años.
Los científicos distinguen entre varias especies de homínidos. Todos ellos comparten algunas características básicas:
Pueden mantenerse erguidos y caminar en dos pies
Tienen un cerebro relativamente grande en relación con el de los monos
Su mano tiene un dedo pulgar desarrollado que les permite manipular objetos.

Australopithecus
AustralopithecusEl Australopithecus es el homínido más antiguo que se conoce. Australopithecus quiere decir "simio sudafricano" y se estima su antigüedad hasta en 4 millones de años.
En 1925, el paleontólogo Raymond Dart descubrió el cráneo de un Australopithecus en Taung, al sur de África. El descubrimiento de este fósil, ancestro del ser humano e íntimamente relacionado con el mono, provocó polémica porque se encontró en África y hasta entonces se había fundado el origen del ser humano en Europa. En lugares cercanos a este descubrimiento se encontraron otras especies de Australopithecus (afarensis, africanus, robustus, boisei), que confirmaron el origen del hombre en Restos de "Lucy"África.
Sus restos demostraron que estos homínidos medían más de un metro de estatura y que sus caderas, piernas y pies se aparecían más a los de los seres humanos que a los de los simios. El cerebro se asemejaba al de estos animales y tenía un tamaño similar al del gorila. La mandíbula era grande y el mentón hundido. Caminaban erguidos y podían correr, a diferencia de los simios. Sus largos brazos acababan en manos propiamente dichas, con las yemas de los dedos planas, como las de los seres humanos. Se cree que estos seres eran carnívoros, pues a su alrededor se han encontrado huesos y cráneos que habían sido machacados para extraer el tuétano y los sesos.
Quizá la especie más famosa de Australopithecus es la Australopithecus afarensis, gracias al descubrimiento, en 1974 en Hadar, Etiopía, de los restos de Se le dio este nombre a esta Australopithecus porque cuando los arqueólogos encontraron sus restos óseos escuchaban la canción "Lucy in the sky with diamonds" del grupo inglés los Beatles., una joven mujer de la que se encontraron 52 huesos de un esqueleto semicompleto, con una edad aproximada de 3.2 millones de años. Esta especie trepaba árboles pero también podía caminar en dos pies. Durante mucho tiempo se pensó en Lucy como la abuela de la humanidad. Sin embargo, esta especie pudo haberse extinguido sin que a partir de ella se continuaran las ramas de la evolución humana.
Un descubrimiento reciente: El Kenyanthropus platyops
El género Homo
La mayoría de los científicos aceptan que hay dos grandes grupos, o géneros, de homínidos en los últimos 4 millones de años. Uno de ellos es el género Homo, que apareció hace 2.5 millones de años y que incluye por lo menos tres especies: Homo habilis, Homo erectus, Homo sapiens. Uno de los grandes misterios de los estudiosos de la prehistoria es cuándo, cómo y dónde el género Homo remplazó a los Australopithecus.
Arbol genealógico que representa la posible evolución del hombre. Hace algún tiempo, el diagrama hubiera sido una línea recta, pero en la actualidad los especialistas piensan que la situación fue más compleja.
Homo habilis y Homo erectus
En zonas del este de África se encontraron restos de otros homínidos que existieron al mismo tiempo que los Australopithecus, lo que viene a demostrar que esta especie de homínidos no era la única sobre la Tierra hace dos o tres millones de años. Como los homínidos que se encontraron parecen mucho más "hombres", se les ha puesto el nombre de Homo. La primera especie del género Homo apareció hace 2.5 millones de años y se dispersó gradualmente por Africa, Europa y Asia.
Homo habilisEn sus primeras manifestaciones se le conoce como Homo habilis, y tenía una capacidad craneana de 680 cm3 y su altura alcanzaba el metro y 55 cms. Era robusto, ágil, caminaba erguido y tenía desarrollada la capacidad prensil de sus manos. Sabía usar el fuego, pero no producirlo, y se protegía en cuevas. Vivía de recolectar semillas, raíces, frutos y ocasionalmente comía carne. Homo erectus
La especie que se desarrolló posteriormente a esta se denomina Homo erectus, hace 1.5 millones de años. La diferencia fundamental del Homo erectus y los homínidos que lo antecedieron radica en el tamaño, sobre todo del cerebro. Su cuerpo es la culminación de la evolución biológica de los homínidos: era más alto, más delgado, capaz de moverse rápidamente en dos pies, tenía el pulgar más separado de la mano y su capacidad craneana llegó a ser de 1250 cm3. También fabricó herramientas, como el hacha de mano de piedra, y aprendió a conservar el fuego, aunque no podía generarlo. Los científicos creen que esta especie se propagó hacia el Norte, por Europa (hasta Francia) y Asia, durante 4 000 años. Esta especie duró diez veces más tiempo de la que lleva sobre la tierra el ser humano moderno. Entre los Homo erectus que se han encontrado restos están el "Hombre de Java" (700 mil años) y el "Hombre de Pekín" (400 mil años).
Homo sapiens neanderthalis
Una o más subespecies del Homo erectus evolucionaron hasta llegar al Homo sapiens, un nuevo tipo físico. Los restos más antiguos del Homo sapiens tienen una edad entre 250 mil y 50 mil años. En sentido estricto se le denomina Homo sapiens neanderthalis: el hombre de Neanderthal. Recibe este nombre por el lugar dónde se encontró el primer cráneo que demostraba la existencia de su especie, en el valle de Neander, en Alemania.
Hombre de NeanderthalLos hombres de Neanderthal tenían el cerebro de mayor tamaño y el cráneo distinto que del Homo erectus. Su mentón estaba hundido y su constitución era muy gruesa. Esta especie se encontró desde Europa occidental y Marruecos hasta China, pasando por Irak e Irán.
Los neanderthales estaban más capacitados y eran mentalmente más avanzados que ningún otro ser que hubiera habitado en Familia Neanderthalla Tierra anteriormente. Esta especie humana vivió la última glaciación y se adaptó a ella construyendo hogares excavados en el suelo o en cavernas y manteniendo hogueras encendidas dentro de ellos. Los neanderthales que vivían en las zonas del norte de Europa fueron cazadores y se especializaron en atrapar a los grandes mamíferos árticos: el mamut y el rinoceronte lanudo, cuyos restos llevaban arrastrando hasta la entrada de sus cuevas, en donde los cortaban en pedazos.
Los hombres de Neanderthal se cubrían con pieles y disponían de mejores útiles de piedra que sus antepasados. Además realizaban una actividad novedosa: enterraban a sus muertos con gran esmero (p.e. en Asia se encontró un niño de Neanderthal enterrado entre un círculo de cuernos de animales). Los muertos no sólo eran enterrados cuidadosamente, sino que también el muerto era provisto de utensilios y comida. Es posible que los enterramientos y los vestigios de rituales en los que aparecen animales señalen los inicios de la religión. Tal vez creían ya en una especie de continuación de la vida después de la muerte.
El hombre de Neaderthal desapareció bruscamente, su lugar fue ocupado por los hombres modernos, hace unos 35 mil años.
Homo sapiens sapiens
Después del Neanderthal vino el Homo sapiens sapiens, que es la especie a la cual pertenecemos los seres humanos modernos. Se han encontrado restos de los primeros miembros de esta rama en el Cercano Oriente y los Balcanes, fechados entre el 50 mil y el 40 mil antes de Nuestra Era. Quizá avanzaron hHombre de Cro-Magnonacia el norte y occidente a medida que retrocedía el hielo. Estos seres humanos también cruzaron el estrecho de Bering, penetrando así en el continente americano y llegaron a Australia hace unos 25 mil años.
Los Homo sapiens sapiens se extendieron por la Tierra más que ninguno de los primates anteriores. Un grupo prehistórico de esta especie fueron los hombres de Cro-Magnon (32 mil años), llamados así por la cueva cercana a la aldea de Les Eyzies, Francia, donde fueron hallados sus restos óseos. Los cro-magnones vivieron la última glaciación y aunque su cerebro no era mayor que el del hombre de Neanderthal, le dieron nuevos usos pues, entre otras cosas, hicieron y mejoraron muchos instrumentos y armas. Los cro-magnones son también los artistas más antiguos. El hombre actual no difiere básicamente ni en capacidad cerebral, ni en postura, ni en otros rasgos físicos, del modelo que la evolución había logrado en el hombre de Cro-Magnon.
Para los biólogos, todos los seres humanos formamos parte de la misma especie (Homo sapiens sapiens) aunque hay distintas razas. Las líneas generales de distribución racial se iniciaron en la Prehistoria. Desde el punto de vista físico se pueden reconocer por lo menos cuatro categorías raciales fundamentales: negroide, caucasoide, mongoloide, australoide.
Lo que dio al hombre moderno su control sobre la Tierra no fue su físico, sino su capacidad de aprovechar y transmitir a sus descendientes la información cultural por medio de su inteligencia.
Un cerebro para sobrevivir